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Trump, fronteras cerradas y la globalización: una mirada desde la casa común.

Por: Scott Pérez

 

Si bien Donald Trump implementó en su primer mandato como presidente de los Estados Unidos una serie de políticas enfocadas en cerrar fronteras y fortalecer el mercado interno, en este segundo periodo ha endurecido esas medidas que tienen el objetivo de proteger su economía y su seguridad nacional. Estas acciones contrastan con la tradición histórica de globalización que ha caracterizado a la política estadounidense desde finales del siglo XX.

Desde una perspectiva ignaciana, que promueve la idea de la “casa común” y la ciudadanía global, es fundamental que reflexionemos sobre el impacto de estas políticas en el bien común y la interdependencia de nuestros pueblos.

 

La globalización y el papel histórico de EE. UU.

 

Estados Unidos ha sido uno de los principales arquitectos de la globalización, promoviendo la apertura de mercados, el libre comercio y la interconexión económica entre países. Políticas como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora llamado T-MEC, o su participación en organismos como la Organización Mundial del Comercio (OMC) han sido clave para expandir su influencia económica y generar un crecimiento selectivo.

Sin embargo, la globalización también ha traído consigo desigualdades y crisis laborales en sectores industriales dentro de EE. UU., generando un malestar que líderes como Trump capitalizaron con su discurso proteccionista en estas últimas elecciones, y que en gran medida basa la retórica de su gobierno.

Durante los últimos años hemos sido testigos de cómo el nuevo modelo de nacionalismo económico o proteccionista ha imperado en los países donde la derecha (más radical) ha encabezado sus gobiernos. El caso del Brexit en Reino Unido, el “America First” en Estados Unidos, hasta el cierre de fronteras por todo Europa. Lo que ha ido debilitando la integración de los bloques comerciales.

Hoy podemos decir que el Estados Unidos está reinventando la globalización basada en el proteccionismo, modelo que combatió después de la Segunda Guerra Mundial, esto debido a que la guerra comercial que tiene con China desde hace años. Por lo cual hemos observado como el país norteamericano ha limitado y castigado la participación de empresas chinas como TikTok y Huawei en su territorio.

 

La política de fronteras cerradas y proteccionismo de Trump

 

La administración Trump adoptó una postura nacionalista con medidas como:

  • Construcción y reforzamiento del muro fronterizo con México.
  • Restricciones migratorias, incluyendo el veto a países musulmanes.
  • Renegociación del TLCAN para crear el T-MEC con condiciones más favorables para EE. UU.
  • Guerra comercial con China para reducir el déficit comercial y fomentar el consumo de productos nacionales.
  • Imposición de aranceles a México y Canadá con los cuales busca persuadir a sus gobiernos de intensificar la lucha contra el fentanilo y otras drogas, además de intentar reducir un supuesto déficit comercial con el país azteca.

Si bien estas políticas pretenden fortalecer su economía local y garantizar empleos para los estadounidenses, también han tenido consecuencias negativas, como la disrupción de cadenas de suministro, el encarecimiento de productos y el deterioro de relaciones internacionales.

 

Ciudadanía global vs. Nacionalismo económico

 

Desde la perspectiva ignaciana, la “casa común” nos invita a reconocer la interdependencia de los pueblos y la responsabilidad compartida sobre el bienestar global. El nacionalismo económico, aunque pueda parecer beneficioso a corto plazo para ciertos sectores, ignora la realidad de un mundo interconectado donde la cooperación internacional es clave para el desarrollo sostenible de todas las naciones.

En lugar de cerrar fronteras y priorizar exclusivamente el interés nacional, es posible diseñar políticas que fomenten la inclusión, el comercio justo y la movilidad humana en un marco de respeto y solidaridad global, atacando en conjunto las causas de la migración.

 

¿Es posible una política más integradora?

 

Existen ejemplos de países que han logrado equilibrar el desarrollo interno con la cooperación global. La Unión Europea, por ejemplo, ha implementado políticas de movilidad laboral que benefician tanto a las economías nacionales como a los trabajadores migrantes. Asimismo, acuerdos comerciales basados en principios de equidad pueden fomentar la prosperidad sin necesidad de medidas extremas de proteccionismo.

 

Construyamos caminos

 

El dilema entre proteccionismo y globalización no tiene respuestas fáciles, pero sí es posible encontrar un punto de equilibrio que garantice el bienestar nacional sin descuidar la responsabilidad global. La perspectiva ignaciana nos llama a ver más allá de nuestras fronteras y a trabajar por una economía que no solo proteja a unos pocos, sino que impulse el bien común para todos los pueblos.

Las políticas de Trump nos recuerdan que el miedo y el cierre de fronteras pueden ser respuestas tentadoras ante la incertidumbre económica y social, pero el verdadero reto es construir puentes y modelos de desarrollo más justos y sostenibles para las naciones.

En un mundo interdependiente, la mejor estrategia no es levantar muros, sino abrir caminos hacia la comunicación, la cooperación y la justicia global.

 

 

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