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Romper el ciclo de violencia: una reflexión sobre los mensajes que consumimos.

Vivimos en una realidad marcada por la violencia, donde el humanismo, el respeto y el sentido de comunidad parecen desvanecerse. A diario, los medios de comunicación nos muestran actos atroces que parecen sacados de una película, pero que, lamentablemente, forman parte de nuestra cotidianidad.

Lo más preocupante es que esta violencia se ha normalizado hasta el punto de insensibilizarnos. Cada vez perdemos más la capacidad de empatizar con las víctimas, quienes terminan convirtiéndose en simples cifras dentro de una estadística, en lugar de ser el motor de una lucha para erradicar esta problemática.

México es uno de los países donde constantemente vemos a figuras políticas anunciando planes y estrategias para combatir la violencia y generar espacios de paz. Sin embargo, ¿por qué estos esfuerzos parecen no dar resultados? ¿Por qué, en lugar de erradicarla, la violencia sigue en aumento? ¿Qué estamos haciendo mal y quiénes son los responsables?

La realidad es que la normalización de la violencia no proviene únicamente de los actos violentos en sí, sino también de quienes, a través de sus creaciones, hacen apología de estas conductas, contribuyendo al deterioro social. ¿Cuántos de nosotros hemos visto series, películas o telenovelas que romantizan la violencia? ¿Cuántas veces hemos escuchado canciones cuyas letras promueven el machismo, la misoginia y la criminalidad? Sin darnos cuenta, estos mensajes se convierten en parte de nuestro discurso diario, moldeando ideologías que perpetúan la agresión.

Uno de los mayores reflejos de este fenómeno es la violencia de género, cuyos índices alcanzan cifras alarmantes año tras año. La popularización de discursos misóginos, patriarcales y violentos en la música, el cine y los medios de comunicación refuerzan una cultura que minimiza el daño hacia las mujeres y justifica las agresiones.

Es urgente reflexionar sobre el impacto de los contenidos que consumimos y la responsabilidad que tenemos como sociedad para romper con esta normalización de la violencia. No podemos seguir siendo espectadores pasivos de una realidad que, lejos de cambiar, se agrava con el tiempo. La lucha contra la violencia debe ser activa, constante y, sobre todo, colectiva.

Por lo anterior, estudiantes de los tres grados de la Secundaria Loyola participaron en la conferencia “De la guerra a la integración entre los géneros”, impartida por la Mtra. Estela Alexandra Correa Torres, Coordinadora en el Instituto para la Paz y el Desarrollo. Durante esta sesión, se generó un espacio de análisis y diálogo sobre las distintas formas de violencia que afectan a nuestra sociedad y la importancia de promover una cultura de respeto e igualdad.

La ponente enfatizó que la violencia no se manifiesta únicamente a través de agresiones físicas, sino también a través de ideologías, costumbres, pensamientos y palabras que deterioran la dignidad e integridad de las personas. Ejemplos de ello son la misoginia, el machismo y la homofobia, formas de violencia estructural que, aunque muchas veces invisibilizadas, tienen consecuencias profundas en el tejido social.

Asimismo, la Mtra. Correa Torres destacó cómo los medios de comunicación y la industria del entretenimiento influyen en la percepción de la violencia. A través de la música, las series, las películas y otros productos culturales, se han perpetuado discursos que normalizan la desigualdad, justifican el abuso y refuerzan estereotipos dañinos, lo que impacta especialmente en la construcción de pensamiento de las nuevas generaciones.

Para cerrar, la conferencista hizo un llamado a la autoconciencia y la responsabilidad individual, instando a los estudiantes a cuestionar sus propias creencias, actitudes y acciones. Reflexionar sobre el papel que cada persona juega en la reproducción o erradicación de la violencia es clave para construir espacios más seguros e inclusivos.

Con actividades como esta, la Secundaria Loyola reafirma su compromiso con la formación integral de sus estudiantes, proporcionándoles herramientas que los ayuden a ser agentes de cambio en su entorno y a contribuir activamente en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

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