Cerocahui, tres años después: la raíz de un movimiento por la paz.
Por: Scott Pérez.
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Este 20 de junio se cumplieron tres años del asesinato de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos y del guía turístico Pedro Palma, en el templo de San Francisco, en la comunidad de Cerocahui, Chihuahua. El crimen, ocurrido en una región históricamente azotada por la violencia y la impunidad, provocó una oleada de indignación nacional e internacional. Pero también marcó un antes y un después: fue el detonante del Diálogo Nacional por la Paz, un movimiento que, lejos de quedarse en la denuncia, ha buscado construir soluciones desde el territorio.
A tres años de aquellos hechos, el Diálogo Nacional por la Paz se ha consolidado como una de las articulaciones más relevantes entre sociedad civil, víctimas, comunidades eclesiales y universidades. Su fuerza no reside en una estructura jerárquica, sino en una red que ha logrado impulsar más de mil foros y conversatorios a lo largo del país, escuchando las voces de más de 20 mil personas. De ello surgió la Agenda Nacional por la Paz y un conjunto de propuestas de política pública entregadas en marzo pasado a las distintas candidaturas de todo el país.
El asesinato en Cerocahui se convirtió, simbólicamente, en el punto de partida de esta iniciativa. No porque fuese el único crimen ni el más atroz, sino porque expuso de manera clara la fragilidad del Estado frente al poder del crimen organizado, incluso en espacios considerados seguros como los templos. Desde entonces, el movimiento ha insistido en una convicción fundamental: la paz no es solo ausencia de violencia, sino presencia activa de justicia, verdad, reparación y participación comunitaria.
En el contexto del aniversario, el Diálogo Nacional por la Paz convocó a un repique de campanas en todos los templos del país a las 15:00 horas del 20 de junio, además de oraciones por las víctimas y acciones simbólicas durante las celebraciones dominicales. La jornada buscó no solo recordar a las víctimas de Cerocahui, sino también visibilizar a las decenas de miles de personas desaparecidas, asesinadas o desplazadas por la violencia en todo el país.
Mientras México continúa enfrentando altos niveles de inseguridad, impunidad y ruptura del tejido social, el Diálogo Nacional por la Paz representa una apuesta distinta: una vía que no depende únicamente del aparato estatal, sino de la corresponsabilidad entre actores sociales y políticos. A tres años del crimen en Cerocahui, el mensaje es claro: no se trata solo de recordar, sino de seguir construyendo.
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