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A once años de la desaparición de los 43

Por: José Antonio Brito Solís

Construir una cultura de paz en una sociedad comienza en el pensamiento. Las ideas se visibilizan en la manera de actuar, en los hechos, porque es en la realidad donde reflejamos lo que gobierna nuestra existencia. Las personas hacemos a la sociedad. Tomar conciencia de ello es uno de los grandes desafíos actualmente, es por eso que es importante preguntarnos ¿Qué sostiene a nuestras ideas? ¿De dónde se fundamentan nuestros pensamientos? y sobre todo ¿Cómo se reflejan en la práctica y hacia dónde se dirigen? Colaborar para hacer una sociedad más justa, pacífica y equitativa implica que nuestras ideas tengan como base un profundo y genuino sentido de humanización. El teólogo y activista Albert Nolan decía que “El pecado se hace visible en el sufrimiento”, y en ese sentido cualquier injusticia es una voz de dolor, es el resultado directo o parte   del   daño   colateral   provocado   por   acciones   intencionadas   u omisiones que atentan contra la dignidad del ser humano y cualquiera de ellas no solo lastima a quien recibe el sufrimiento, sino a todas y todos los que formamos parte de una sociedad.

A once años de la desaparición de los 43 estudiantes de la normal rural Isidro Burgos de Ayotzinapa muchas preguntas siguen sin respuesta, el corazón de los padres y madres de los estudiantes todavía sangra. Estos hechos que tuvieron y tienen una resonancia en el mundo por tener la participación directa del estado a través de las fuerzas de seguridad, la desaparición forzada, la persecución y el ataque a los estudiantes, no debe olvidarse, ni quedar impune. Hoy todavía no deja de sacudirnos e indignarnos el papel que desempeñaron policías municipales, estatales, ministeriales, federales y militares en la detención de los 43. Otra vez el estado atentó contra estudiantes como sucedió el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. A más de una década de estos acontecimientos hay muchos temas pendientes. Garantizar la justicia, reparar el daño, seguir con la búsqueda hasta encontrarlos es responsabilidad del estado. Hay una deuda pendiente con los 43 y con las miles de personas desaparecidas que hay en México.

La libertad no puede existir cuando está ausente la verdad y la justicia. Abraham Lincoln decía que “no merece libertad quien la niega a otros”. La búsqueda de los 43 estudiantes es una lucha por la libertad. No se puede ser indiferente ante las injusticias, ni tampoco insensible ante las necesidades de cualquier persona, porque así la pacificación no es duradera. Una sociedad que ignora y abandona a sus hermanos y hermanas provoca que el esfuerzo por alcanzar la justicia nunca se consolide. Es la sensibilidad ante el dolor de las y los demás y la voluntad por encontrar maneras de sanar lo que lastima, lo que conduce a una verdadera fraternidad social.

Nuestra institución tiene una misión que le ha sido confiada al formar parte de una red que comparte la pedagogía y los valores de la educación de la Compañía de Jesús, que incluye la responsabilidad de hacernos presentes activamente desde nuestra trinchera en una entidad tan lastimada por la violencia y con una desesperada necesidad de reconciliación y pacificación. Nuestro quehacer educativo que tiene una convicción clara e indeclinable con la justicia, no dejará de centrar su atención en la dignificación del ser humano y seguirá promoviendo la conformación de un pensamiento crítico, donde el conocimiento tiene un sentido liberador y una praxis insertada en la realidad que debe interpelar para llevarnos a asumir nuestra responsabilidad dentro de la realidad y un papel activo de la historia.

Gloria Liliana Franco Echeverri en su participación en el encuentro Diálogo Nacional por la paz decía que “tomar conciencia es indispensable para la compasión y la memoria, requisitos indispensables para el perdón y el perdón es la plenitud del amor”, y enfatizaba que “no hay amor auténtico, sin ese ejercicio consciente, libre y decidido de salir de nosotros mismos para pensar en las y los demás”. De la misma manera una educación no puede ser transformadora, sino incide directamente en un pensamiento humanizante que luche por la justicia, que defienda la igualdad y que promueva la paz como prioridades para ensanchar nuestra capacidad de amar, es por eso que la solidaridad de nuestra comunidad educativa ante la desaparición de los 43 estudiantes es un signo vivificante que nos recuerda una vez más lo que Ignacio de Loyola nos enseñó: El amor ha de ponerse más en las obras, que en las palabras. 

En seguimiento del marco de la jornada por la paz, en la Explanada San Ignacio de la Loyola se realizó un pase de lista como acto simbólico de los hechos sucedidos la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre del 2014, donde ocurrió la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa.

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